Bueno pues con un poco de retraso voy a contaros un poco lo que fue el pasado fin de semana en Byron Bay.

Como decía en el anterior post todo comenzó al rededor de las dos de la tarde cuando Manel, Fernando y yo recogimos el coche de alquiler. Desde ahí fuimos a buscar a Andrea y a Laura a Chatswood que nos pillaba de paso al norte y una vez con ellas iniciamos el largo viaje hacia Byron Bay. La idea era tirar todo lo que pudiésemos hasta que se hiciese de noche y entonces buscar un sitio para dormir.

Conseguimos llegar a Port Macquarie, que está justo a mitad de camino, a eso de las ocho y media de la tarde, justo a tiempo para que nos alquilasen una cabin en uno de los campings del pueblo. Port Macquarie no tiene prácticamente nada, salimos a cenar por ahí con la idea de tomarnos algo después y casi ni conseguimos cenar porque hasta el McDonalds estaba cerrado. Ni que decir tiene que visto el ambiente que había tras la cena nos fuimos a dormir.

Al día siguiente continuamos hacia el norte, la idea era llegar cuanto antes a Byron Bay ya que para el día siguiente pronosticaban lluvia por lo que el sábado sería el único día que podríamos aprovechar allí. Así pues nos levantamos y tras pegarnos un buen desayuno en Port Macquarie salimos raudos y veloces hacia el norte. De camino pudimos ver una concentración de unos 20 Chevrolet Corvette así como dos de los clásicos objetos gigantes que algunos pueblos australianos se construyen por aquello de tener alguna atracción turística. En nuestro caso vimos el Big Banana y el Big Prown. Parece de coña pero es verdad, así son los pueblos aussies… Algún día todas estas cosas gigantescas serán patrimonio de la Unesco…


Bien entrada la tarde llegamos ya a Byron. Nuestro objetivo era encontrar alojamiento cuanto antes y cuál fue nuestra sorpresa al comenzar a investigar y descubrir que todo el pueblo estaba fully booked. También es que qué poco previsores… Un long weekend a muchísima gente se le ocurre la idea de subir a Byron Bay… Total que al final encontramos un home stay regentado por un entrañable anciano alemán que nos tuvo allí a cuerpo de rey, invitándonos a café, oporto, almendras, etc… además de proporcionar unos desayunos que no se saltaba un gitano! Tan bien estábamos con nuestro amigo Klaus que decidimos hacer también la noche del comingo allí.


El domingo lo invertimos en visitar el mercadillo hippy por la mañana donde hicimos compras varias, subir hasta el mítico faro al mediodía pasando por todas las pequeñas playas que hay de camino y viendo de paso a una ballena (click en la foto para agrandar) y cuando el tiempo nos lo permitió ya que estaba lloviendo a ratos pudimos tirarnos un poco en la playa de más al este, una inmensa playa en la que disfrutamos de los pocos rayos de sol que tuvimos antes de que volviese la tormenta.


En Byron Bay se encuentra el punto más al este del continente australiano (sin contar las islas) por lo que era obligado hacernos allí la foto de rigor!



Para el lunes dejamos todo el camino de vuelta, saliendo de Byron Bay a las 8 de la mañana fuimos haciendo paradas para visitar algunas de las playas que nos habíamos dejado a la subida. Además paramos a comer en Fredos Pies donde tienen la mayor variedad de pies de toda Australia. Nos comimos una y medio cada uno y resultaron ser tan ricas como prometían.
Llegamos a Sydney a eso de las 8 de la tarde tras doce horas en la carretera. Desde luego que la próxima vez que vayamos a Byron Bay será en avión, con sol y esta vez sí que iremos a Nimbin, la comuna hippie que se encuentra a unos 70 kilómetros de Byron y que esta vez no pudimos visitar por falta de tiempo.