Paseando por el Domain

Ayer era un domingo más, de esos que te despiertas perezoso cuando ya hace rato que la luz inunda la habitación. Después de preparar unos noodles con verduras en el wok del IKEA decidimos salir a pasear por el Domain y los jardines botánicos.

Flores con la Opera House al fondo

Lo cierto es que nunca me había adentrado tanto en el parque y no sabía que tuviese tanta variedad de árboles, flores y plantas en general, es realmente bonito. Estuvimos paseando un buen rato entre plantas haciéndonos fotos y terminamos a orillas del mar sentados en un banco contemplando el skyline sydneysider.

Una flor lila

Flor naranja

Mención especial dentro del Domain merecen los murciélagos, a los que por fin pude ver durmiendo en los árboles. Mañana prometo un post dedicado a estos espeluznantes bichos ya que me gustaría acompañarlo de un vídeo que aún tengo que subir.

Sentados en un banco...

Empieza la temporada de conciertos

Haber venido a la otra parte del mundo no implica estar todo el día de viaje conociendo nuevos lugares y haciendo excursiones. También hay un hueco para una de mis principales aficiones, la música en directo. De momento y iniciamos la temporada hace unos días viendo a los grupos australianos Midnight Juggernauts, Van She y British India. Poco a poco ya hemos ido adquiriendo entradas para cosas más sugerentes.

Las entradas de los conciertos que tenemos comprados para el futuro

La primera cita la tendremos el 16 de diciembre en el Oxford Art Factory con el señor Adam Green, a quien me quedé sin ver en Barcelona primero y en Gijón después cuando misteriosamente dio un concierto gratis en la plaza del ayuntamiento en plenas fiestas.

Con el nuevo año, el día de reyes tendremos el privilegio de volver a ver a Franz Ferdinand (creo que van tres veces ya) esta vez acompañados por The Cribs a quienes aún no he podido disfrutar en directo, cosa que tengo muchas ganas.

Por último y bien que nos costó, conseguimos un par de entradas para el festival más importante de Australia, el Big Day Out, este año encabezado por artistas como Neil Young, The Arctic Monkeys, The Prodigy o The Vines entre otros. Hoy me han llegado las entradas y me he llevado una pequeña desilusión. El festival es el viernes 23 de enero pero la apertura de puertas es ¡a las 11 de la mañana! Como Andrea no se podrá pedir el día y yo tampoco quiero dedicar uno de mis 10 días de vacaciones para ello me temo que al final tendremos que acabar haciendo reventa (cosa que por otra parte puede resultar beneficiosa, pues hace varias semanas que el festival está sold out).

Hogar, dulce hogar

Lo prometido es deuda y por aquí debía un vídeo de presentación de nuestra casa. Andrea lo publicó hace un par de días en su blog pero por si algún despistado no se pasó por allí os lo dejaré aquí también. Subo también una captura de la situación del mismo para que veáis que realmente estamos a tiro de piedra de la playa 🙂

Mapa del área de nuestra casa

Y ahí va el vídeo. Nos dimos cuenta tarde de que teníamos las luces apagadas y realmente en la pantalla de la cámara se veía mejor, pero por no volver a grabarlo todo de nuevo ya lo dejamos así, con lo que lo disfrutaréis mejor si lo veis en una habitación con poca luz.

The Great Ocean Road

Ahora que ha pasado un día desde nuestra llegada y que ya hemos reposado un poco del frenético fin de semana vivido en el estado de Victoria es el momento de comenzar a relatar el viaje que hicimos por la Great Ocean Road.

Inicio de la Great Ocean Road

La Great Ocean Road es una carretera que va más o menos desde Torquay hasta Warrnambool a orillas del mar durante casi todo su recorrido. Son unos 350 kilómetros que realizamos a lo largo de dos días debido a la cantidad de cosas que había que ir parando para ver. Es la tierra de los contrastes, tan pronto estás en una playa de arenas blancas y aguas cristalinas como te encuentras inmerso en una selva de helechos y eucaliptos caminando por un maltrecho sendero para gozar de las vistas de una espectacular cascada.

Habitación del Backpackers de Geelong

Nuestro viaje comenzó en el aeropuerto de Sydney el viernes después de trabajar, donde cogimos un avión que nos dejó en Avalon, a unos 40 kilómetros de Melbourne. Ahí nos hicimos con nuestros coches con volante a la derecha para dirigirnos a Geelong, la segunda mayor ciudad de Victoria tras su capital, Melbourne. Hicimos noche en un sitio muy grande, el National Hotel por si alguien se pasa algún día. Un lugar que en su planta baja es un pub con música en directo 7 días a la semana (el viernes hubo 3 conciertos y una sesión de dj’s), en el que puedes cenar comida asiática y que en su primera y segunda planta tiene habitaciones rollo backpackers. Fue nuestro lugar de descanso también el domingo, antes de volver a Avalon el lunes a primera hora.

El sábado nos levantamos temprano con toda la carretera por delante con la intención de ir parando en todos los highlights que las guías turísticas nos indicaban así como en los sitios que sobre la marcha nos pareciesen interesantes.

Un par de canguros en Anglesea

La primera parada fue el campo de golf de Anglesea, famoso por que en él los golfistas conviven con un gran número de canguros que han hecho del terreno su hábitat personal. Por supuesto pese a no estar permitido entrar en el campo para ver canguros nos las ingeniamos para colarnos y hacer unas cuantas fotos de nuestros primeros canguros en Australia.

Más canguros en Anglesea

Juan meditando en una de las playas

El viaje continuaba camino de Lorne, donde haríamos varias paradas entre esta y Apollo Bay para presenciar las playas y paisajes que podíamos ver a la vera de la carretera. Uno de los principales spots era Kennett River, famoso por su bosque de eucaliptos que albergan a un gran número de koalas. Dejaré a Andrea el honor de hablaros de estos animalitos tan extraños en un post dedicado, que sé que le hará mucha ilusión 🙂 Yo os dejo una foto de uno para satisfacer las peticiones de fotos koaleras.

Koala en un eucalipto de Kennett River

Al llegar a Apollo Bay paramos para comer unos bocatas y a continuación seguimos el viaje abandonando por un momento la Great Ocean Road para dirigirnos a Beech Forest. Casi 30 kilómetros de carretera sinuosa por el Ottway National Park rodeados de eucaliptos y helechos de estos en versión árbol para llegar al camino que nos llevaría a las Beauchamp Falls. Para mi sin duda el camino para llegar a la cascada fue lo mejor del viaje. Más o menos media hora caminando entre vegetación por un camino que en algunos puntos había sufrido la furia de la Madre Naturaleza obligándonos a pasar por debajo de troncos tumbados o caminar sobre barro dejando nuestros vaqueros para el arrastre.

Andrea en la selva

Otra imagen del bosque

Sin duda el camino mereció la pena y creo que las fotos lo justifican.

Foto de grupo en la cascada de Beauchamp

Beauchamp Falls

Setitas minúsculas cerca de la cascada

Cuando la luz amenazaba con empezar a atenuarse emprendimos el camino hacia el punto turístico más importante de la Ocean Road, los 12 Apóstoles. Se tratan de formaciones rocosas que debido a la erosión del agua se han quedado separadas de la costa en una especie de torres. Nosotros no llegamos a contar doce, no sé si por que realmente hay menos o por el tremendo viento que hacía que no nos dejaba concentrarnos plenamente.

Panorámica de los 12 Apóstoles

Twelve Apostles

De los Twelve Apostles salimos ya casi sin luz pero aún aprovechamos para hacer dos paradas relámpago más para ver The Arch y el London Arch, otro par de formaciones en la roca debidas a la erosión.

The Arch con exposición prolongada

London Arch casi de noche

Ya de noche nos dirigimos a Warrnambool para hacer noche en otro backpackers, también bastante bueno aunque con otro rollo totalmente distinto al de Geelong. A la mañana siguiente, tras dar una vuelta por el pueblo iniciamos la vuelta a Geelong por el interior con el objetivo de parar en Colac, famoso por su lago el cuál nos decepcionó profundamente por estar casi seco y lleno de peces muertos.

Peces muertos devorados por las gaviotas en el lago de Colac

Antes de Colac hicimos otra parada en Tower Hill Lake, donde nuevamente se podía disfrutar de la típica fauna australiana. En este punto tuvimos nuestro primer acercamiento a los emúes, bichos a los que aún no habíamos visto en persona. Además también estuvimos un rato con otro koala.

Uno de los emúes que andaban por allí sueltos

Por último nos volvimos a desviar del camino para realizar otra excursión por el Ottway National Park, en esta ocasión al Lake Elizabeth, un precioso lago al que se llega por otro camino entre vegetación similar al de las Beauchamp Falls. El lago es famoso por ser hábitat natural del ornitorrinco, ese animal raro que parece hecho de corta y pega. Parece ser que resulta realmente difícil ver uno, y realmente así fue, lo más parecido a un pico de pato que vimos fue el de los verdaderos patos, pero del amigo mamífero ovíparo ni rastro.

El Lake Elizabeth, un lugar donde la paz reina

Así que emprendimos el camino de vuelta a Geelong donde hicimos noche para al día siguiente madrugar y coger el primer vuelo a Sydney. El viaje fue en general espectacular y sin duda lo recomendaría a alguien que se venga a pasar unos días a Australia. Os recomiendo que peguéis un vistazo al resto de fotos en Flickr para que podáis haceros una idea más completa de lo que fue el viaje.

De viaje a la Great Ocean Road

En unos instantes saldremos de la oficina camino del aeropuerto donde montaremos en un avión camino de Melbourne. Desde allí, y sin pasar por la ciudad iniciaremos el descenso en coche hacia Geelong donde pasaremos la primera noche y mañana ya comenzaremos de buena mañana a recorrer la Great Ocean Road. Se trata de una carretera que discurre a la vera del mar desde la que se puede disfrutar de bonitos paisajes como los famosos Doce Apóstoles.

Además pasaremos por varios parques nacionales que entre otras cosas alardean de tener a muchos koalas viviendo en sus árboles. ¡Esperemos poder ver alguno en libertad!

La semana que viene espero poder procesar todas las fotos para currarme un post como se merece. Por el momento, ¡me despido hasta el lunes!

¡Ballena a la vista!

Ya sabíamos cuando veníamos a Australia que veríamos animales extraños y pintorescos como canguros y koalas, pero realmente nunca me había planteado que pudiésemos ver una ballena. ¡Y menos desde la playa que tenemos a dos minutos de casa!

La cola de la ballena

Sucedió el domingo mientras observábamos las esculturas del camino entre Bondi Beach y Tamarama. Vimos un gran grupo de gente mirando hacia mar adentro y en un alarde de originalidad nos pusimos a hacer lo que hacía todo el mundo, en plan masa borreguil. Resultó ser que una ballena se había dejado caer por Bondi Beach nadaba y saltaba para deleite del personal. Lamentablemente las fotos no son gran cosa pero ahí queda al menos la prueba del avistamiento.

La ballena saltando

Sculpture By The Sea

Una de las esculturas simulaba un Scrabble

El domingo aprovechamos que era el último día que la exposición Sculpture by the Sea estaba accesible para dejarnos caer por el camino que va de Bondi Beach a Tamarama Beach. Dicha exposición consistía de varias esculturas repartidas a lo largo del camino que une estas playas. Dado que era el último día y además domingo, nos encontramos con que había muchísima gente lo que dificultaba la visita. Era como estar en George Street a las ocho de la mañana.

Andrea con Andy Warhol

Realmente había de todo, tan pronto ibas paseando y te encontrabas con el tío Warhol y su lata de salsa de tomate Campbell’s como te encontrabas con unos gigantescos aviones «de papel» clavados sobre el césped como tantas veces nos ha pasado a nosotros mismos.

Aviones de papel clavados en el césped

Escultura confundida con el mar

Al terminar en Tamarama estuvimos presenciando las esculturas que quedaban repartidas por la arena de la playa y posteriormente nos hicimos la foto de grupo de rigor, sin mi que era quien disparaba la cámara…

Otra de las esculturas ya en la arena de Tamarama

Foto de grupo

Si queréis ver el resto de esculturas, algunas de ellas muy bonitas pero que no he puesto aquí para no recargar el post, no dejéis de pasaros por mi colección en Flickr.

Cruzando el puente

El domingo de la semana pasada se celebraba en Sydney una especie de marcha llamada Sydney’s Seven Bridges que consistía en hacer un circuito de unos 25 km recorriendo la bahía pasando por los principales puentes.

La Opera house en segundo plano vista desde Harbour Bridge

Como para nosotros el circuito completo era un poco demasiado nos levantamos con la calma y nos dirigimos al mercadillo de The Rocks donde nos encontraríamos con el resto de la gente. Tras dar un paseo por los diferentes puestos nos dispusimos a cruzar el Harbour Bridge por primera vez, ¿Qué mejor ocasión!

Uno de los puestecitos del mercadillo de The Rocks

Realmente el puente visto desde dentro es un poco feo, se ve como demasiado industrial, un trozo de metal demasiado grotesco. Supongo que más o menos como la idea que tenían los parisinos allá por 1888 de la Torre Eiffel. Además el camino se hace de lo más agobiante ya que todo el circuito discurre entre rejas que impiden que la gente se tire desde el puente al mar. Era como caminar por Guantánamo.

La jaula de Harbour Bridge

Como contrapartida las vistas de la bahía son bastante ponitas viéndose la Opera House de frente con los rascacielos del CBD detrás. Al llegar a la parte norte de Sydney encontramos justo donde termina el puente unas mesas en plan merendero por lo que cada uno se compró lo que quiso en el take away de turno y todos disfrutamos de una entretenida sobremesa.

Ver resto de fotos en Flickr.

Ya establecidos en Bondi Beach

Ayer por fin era día 30, el ansiado día en el que podíamos incorporarnos a nuestra nueva casa. Para mi todo comenzó como de costumbre a las 8 de la mañana viniendo a la oficina. Sin embargo Andrea decidió que para estar cruzada de brazos sin hacer nada mejor se iba a buscar la llave de casa a la agencia y se metía nada menos que tres viajes para llevar todo el equipaje al piso. Cuando me contó su hazaña no salía de mi asombro.

Así pues cuando llegó la hora de salir del trabajo, en lugar de ir a llevar cosas a casa me fui al centro donde habíamos quedado para tomar un tren con destinación IKEA. Nos acompañó María, que también quería comprar cosas para su nueva habitación. Cuando teníamos todo comprado nos dimos cuenta de la triste realidad, era imposible e inviable llevar todo eso a casa, así que contratamos el servicio de home delivery y nos fuimos de IKEA con las cosas que se negaban a llevarnos a casa (cosas de romper o pequeñas) y unos 800 dólares menos. Esto último me pareció toda una proeza ya que tal como está el dólar ahora son unos 400€ y, oiga, amueblar una casa por 400€ no está nada mal.

Lamentablemente aún no tengo fotos que subir, pero mejor aún porque así veréis la casa ya con todo bien montadito. Hace unos diez minutos me ha llamado Andrea diciendo que los de IKEA ya habían traído las cosas, así que esta tarde destornillador en mano procederemos a montarlas.

El domingo vamos a buscar el sofá. Con eso y cuando consigamos una nevera y puede que una lavadora, ya tendremos el piso listo!

Excursión a las Blue Mountains

El sábado pasado era el día que habíamos elegido para salir de Sydney por primera vez desde que estamos aquí. El destino seleccionado era el parque nacional de las Blue Mountains, una de las principales atracciones turísticas del área de Sydney.

Salimos bien temprano en un tren infernal de dos horas que nos dejaría en el pueblo de Katoomba, lugar en el que cogeríamos el Explorer Bus que nos daría el tour por el parque. Para quien quiera hacer la visita desaconsejo totalmente pillar el bus en cuestión ya que es muy caro (y eso que nosotros lo compramos con un pack junto con el billete de tren). Ya in situ se pueden comprar billetes con otras compañías que hacen recorridos similares por casi mitad de precio.

Katoomba

Desde Katoomba cogimos el autobús, un double decker londinense que nos dejó a mitad de camino entre el pueblo y Echo Point, primer punto turístico que teníamos intención de alcanzar. Pese a que el camino está lejos de ser una pista de senderismo debido a lo turístico del lugar (había lugares asfaltados y preparados para discapacitados), no nos podemos quejar ya que las vistas que nos ofrecía del valle eran inmejorables.

Vista del parque natural de las Blue Mountains

En el camino hacia Echo Point pasamos por unas bonitas cascadas donde paramos para mojarnos un poco los pies y hacernos unas fotos.

Descansando en las Katoomba Falls

Cuando estábamos en uno de los puntos más altos y desde donde ya se veía el Echo Point decidimos que era buen momento para parar a comer nuestros bocadillos. Recibimos la visita de infinidad de hormigas y más bichejos varios pero en ningún momento nuestra integridad física estuvo en peligro 🙂

Vistas desde el lugar donde comimos

El grupo justo después de comer

Una vez llenamos el estómago ya nos dirigimos directos al susodicho Echo Point, lugar desde el que se pueden presenciar las famosas Three Sisters. Se trata de tres rocas que según la leyenda aborigen son tres jovencitas a las que su padre convirtió en roca y dejó aquí, en las Blue Mountains, para defenderlas de un ser malvado.

Esto son las Three Sisters. Ni más ni menos.

Además de las Three Sisters pudimos presenciar a un aborigen que estaba tocando su didgeridoo hasta que una bandada de chinos le asaltaron para hacerse fotos con él. Lástima que no llegase antes para hacerle una foto en plena actuación.

El aborigen acosado por los chinos

Después de haber hecho el primer recorrido turístico nos dirigimos a coger de nuevo el autobús para ir a ver las Gordon Falls. Una vez allí las cascadas nos decepcionaron bastante ya que se veían desde muy lejos y no eran muy caudalosas. Es por esto que decidimos hacer la segunda ruta a pie del día, desde allí hasta las Leura Cascades.

Este segundo camino si que ya era más auténtico y se podría calificar ya de ruta de senderismo, si bien en algunas ocasiones discurría paralelo a la carretera lo que le restaba bastante glamour. En algunos puntos del trazado parecía que estuviésemos inmersos en la selva. Ojo a los helechos, que tenían un tronco como si de un árbol se tratase.

Una parte del trazado selvático

También disfrutamos una vez más de las vistas que nos proporcionaba el parque natural.

Juan asomándose al abismo

Después de unos tres cuartos de hora de camino llegamos por fin a las Leura Cascades, sin duda el enclave más bonito de toda la excursión. Prácticamente metidos en una cueva pudimos disfrutar de la bajada del río y tomar fotos como las que os presento a continuación.

El inicio de las Leura Cascades

Las cascadas desde la cueva

Finalmente un amable aussie nos acercó en coche hasta Leura donde habíamos quedado con Dani y Mari Cruz. Allí terminamos el día tomándonos una merecida CocaCola.

Ver el resto de fotos