El penúltimo día empezó bien temprano ya que habíamos puesto el despertador a las 4.30 de la mañana. El motivo era que queríamos asistir a la subasta del atún en el mercado del pescado de Tokyo, el mayor mercado de pescado del mundo.
Salimos de casa a eso de las 5 y tomamos un tren que nos dejó a unos 15 minutos del mercado. Desde allí un taxi y en seguida estábamos ante cientos de atunes que esperaban sobre el suelo a encontrar un comprador.
Tuvimos que esperar un rato hasta que pudimos presenciar alguna subasta pero una vez que llegó el momento vimos que había merecido la pena la espera. Allí, como en toda lonja se mueve todo rapidísimo y casi no te enteras de quién es el que está pujando. Además el conductor de la subasta es un espectáculo, gritando y cantando en japonés sin parar hasta que termina la subasta.
Una vez se subastaron todos los atunes nos lanzamos a pasear por el mercado a ver qué ofrecían las diferentes tiendas. El mercado en sí es gigantesco y no es difícil perderse en su interior, allí se puede encontrar literalmente de todo, y puedes ver como van preparando las distintas piezas de atún, las anguilas, etc.
A eso de las 7.30 ya nos habíamos cansado de dar vueltas por los diferentes puestos y decidimos continuar nuestra visita a Tokyo. El objetivo era desayunar sushi en las inmediaciones del mercado pero el restaurante que nos recomendaron abría a las 11 así que decidimos ir paseando hacia nuestro segundo objetivo del día: Ginza.
Ginza es uno de los barrios de tiendas buenas de Tokyo y en él está entre otros el Sony Building. Cuando llegamos a Ginza aquello parecía la escena de Vanilla Sky con Times Square vacío. No había ni un alma y con razón, todo abría a las 11. La primera en la frente, esperábamos que al menos el Sony Building abriese a las 9 pero ni eso, ¿Qué haríamos ahora hasta las 11?
Lo primero que hicimos fue ir a desayunar a un Starbucks y desde allí desarrollar el resto del plan del día. Como todo lo que había en los alrededores estaba cerrado hasta bien tarde decidimos hacer actividades que no tuviesen hora de apertura, así que lo primero que hicimos fue ir caminando hasta el Palacio Imperial.
Al palacio no se puede entrar pero te puedes quedar por los jardines viéndolo y después de haber visto el castillo de Himeji tampoco teníamos ganas de más.
Después del palacio queríamos subir a una torre que nos habían recomendado Esther y Germán que estaba justo en frente del mercado del pescado. Bajamos caminando y de camino nos encontramos con cosas como la estatua de Godzilla.
En la torre pudimos entrar a pesar de que fuese antes de las 11 ya que la planta a la que subíamos era una planta en la que hay restaurantes, no es como la que habíamos subido el día anterior que tiene un observatorio específicamente para que la gente suba a mirar.
Nos agenciamos un banquito que había justo en frente de una ventana con vistas al mercado del pescado y ahí estuvimos descansando una media hora para reponer fuerzas. Para que os hagáis una idea del tamaño del mercado es el edificio que veis en la foto de abajo, podéis ponerlo en contexto comparando con la foto de arriba.
Bajamos de la torre a eso de las 11 y la proximidad de esta al Fish Market nos empujó a volver por allí para poder ir a comer sushi al restaurante que nos habían recomendado.
Por supuesto no decepcionó, uno de los mejores sushis que haya comido nunca sin duda, recordar aquel atún que parecía mantequilla hace que se me salten las lágrimas.
Ya con el estómago lleno y en horario laboral nos dirigimos al Sony Building a ver las últimas novedades de la marca nipona. La verdad es que me decepcionó bastante… Por lo que decía la Lonely Planet me esperaba encontrar con prototipos de productos no presentados y cosas alucinantes pero nada, los típicos Vaios, las cámaras réflex Sony y poco más.
Al salir del Sony Building nos fuimos al metro para dirigirnos a la siguiente parada del día, Asakusa. En Asakusa se puede visitar el templo más importante de Japón aunque ahora su principal edificio está en obras. Estuvimos paseando por las inmediaciones del templo un ratillo y cuando los pies empezaban a doler nos fuimos a tomar un café.
Por la zona se paseaban también unas cuantas otakus que se hacían fotos representando escenas de sus cómics manga favoritos.
Para cuando terminamos el café ya estaba cayendo la tarde así que cogimos el metro camino de Akihabara, la ciudad de la electrónica, una de mis paradas más deseadas.
En Akihabara hay cientos de tiendas de electrónica, muchas de ellas especializadas en determinados componentes (interruptores, resistencias, relojes, …), otras muchas especializadas en electrónica de consumo como el Yodobashi Camera, el centro comercial de electrónica más grande del mundo, y otras dedicadas al mercado retro, como Mr. Potato.
Tenía ganas de ir a Mr. Potato puesto que uno de mis objetivos del viaje era comprarme una maquinita de Nintendo Game & Watch como las que tenía cuando era pequeño, concretamente el Donkey Kong Jr. Desafortunadamente no tenían la máquina que yo quería, aunque casi que menos mal porque al precio que se vendían las Game & Watch me habría costado una fortuna…
¡Lo que no me costó ni un yen fue poder hacerme una foto en este trono construido con cartuchos de NES!
Después de aquí nos encontramos con Germán y Esther que nos dieron un paseo por las tiendas que originaron Akihabara y después nos llevaron a cenar a otro de estos restaurantes con parrilla en la mesa, también con barra libre de carne pero mucho mejor que en el de Kyoto.
El restaurante estaba en un tercer piso y por supuesto la palabra restaurante si salía solo estaba en kanji por lo que es uno de esos sitios que solo puedes encontrar si alguien que lo conozca te lleva.
Para cuando habíamos terminado de cenar estábamos agotados del intenso día así que nos fuimos derechitos a la cama.
Caray, tener que esperar a las 11:00 para que te sirvan un miserable ramen. Yo llegué a ver la máquina del Donkey Kong (la de mi amigo era doble) (por supuesto portátil). Para mí, el mejor juego de la historia sigue siendo el Shadow of the Beast (con permiso del Head Over heels, Phantomas II, y Tetris). Eres el fénix de los ingenios fotógrafos (cuantísimas fotos, y las que quedan supongo). Si me permites seguir egoístamente, te diré que ayer doné sangre, y que ya tengo carnet de donante. Antes de entrar a donar, vino el dire Hilario, y no sabía si saludarle. No lo hice porque no me miró de frente, y debo de ser mu poquita cosa. ¡Pero cómo me como la cabeza!
Me gustaMe gusta