Día 6: Hiroshima y Miyajima

Tras dejar atrás la locura de Osaka nos pegamos un buen madrugón para subirnos por primera vez al tren bala o shinkansen.

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Este nos llevaría desde la estación de Shin-Osaka hasta Hiroshima en poco más de una hora. Nuestro plan para Hiroshima era visitar el edificio que han dejado como recuerdo de la bomba, el A-Bomb Dome que fue una de las pocas estructuras que quedaron «en pie» después del bombazo.

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El edificio está tal y como se quedó, no lo han restaurado para recordar aquel día y para que la humanidad no vuelva a cometer una atrocidad semejante.

Tras el Dome cruzamos al parque donde está el museo histórico de la catástrofe nuclear. El parque está situado en una isla que antes del ataque estaba llena de casas y formaba el centro neurálgico de la ciudad. La bomba arrasó todas esas casas y en el lugar hoy se levantan árboles y algún monumento conmemorativo.

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El museo está realmente bien, pone los pelos de punta pensar que el ser humano llegó a tal extremo y realmente se pone la piel de gallina cuando se escuchan los testimonios de los supervivientes que explican de primera mano las escenas dantescas que vivieron. Al llegar a la planta superior la cosa ya se les va un poco y abusan demasiado de la sensiblería barata explicando en tono peliculero la historia de varios objetos personales hallados por las familias de ciertas víctimas.

La nota negativa fue el tener que sufrir a hordas de niños de colegio con sus gorritos de colores que correteaban por los pasillos sin entender muy bien lo que veían. Me parece muy bien que las nuevas generaciones conozcan la historia reciente del país pero creo que llevar a unos niños de 7 años a un museo sobre la bomba atómica es un poco precipitado.

A la salida algún grupo de estos niños se nos acercó para tratar de practicar el inglés. Te preguntan cómo te llamas y de dónde eres y te piden que se lo escribas en un papel. Muy monos.

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Después del museo y tras terminar el paseo por el parque donde varios grupos de ancianos jugaban a curiosos juegos de mesa, decidimos que era buen momento de comer antes de ir a Miyajima así que buscamos un sitio lo más rápido posible. Justo encontramos un okonomiyaki de lo más auténtico donde solo nos dijeron que nos sentásemos y nos empezaron a preparar lo que les vino en gana.

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Con el estómago lleno nos dirigimos a Miyajima, un pequeño pueblo marítimo situado en una isla frente a Hiroshima. La principal atracción de la isla, y una de las 3 más fotografiadas de Japón, es su torii flotante. Los toriis son las puertas de los templos shintoistas, las cuales cuentan con dos columnas atravesadas horizontalmente por una viga recta y sobre esta un arco curvado ligeramente hacia arriba. La particularidad del de Miyajima es que se encuentra en el mar y antiguamente era la única vía de entrada a la isla.

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Miyajima es un pueblo que me encantó. Por sus calles apenas discurren coches y a pesar de ser un punto bastante turístico no sientes los embotellamientos de gente tan exagerados como los de Nara. Y hablando de Nara, en Miyajima también se puede disfrutar de los míticos cervatillos.

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Caminando hacia el templo shintoista nos encontramos con una curiosa procesión en la que los devotos transportaban una gran cuchara de madera de las que se utilizan para servir el arroz, uno de los productos de artesanía típicos del pueblo.

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Caminando caminando llegamos a la pagoda de cinco pisos que se alza en una de las colinas de Miyajima, espectacular.

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De camino a uno de los templos budistas de la zona nos encontramos en una montaña desde la que las vistas del pueblo eran espectaculares.

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Como amenazaba con anochecer nos dirigimos a uno de los puntos donde el torii se veía con más claridad para poder sacar la típica foto de Miyajima. Al llegar allí observé aterrorizado que me había quedado sin batería en la cámara. Por suerte en estos tiempos que corren todo hijo de vecino tiene una cámara réflex y las cuotas de mercado de Nikon y Canon hacen que sea fácil encontrar a alguien con una cámara como la tuya que se preste a dejarte la batería durante un par de minutos. He aquí el resultado:

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Después de las fotos de rigor iniciamos el camino de vuelta al embarcadero para tomar el ferry de vuelta, no sin antes cumplir una de las recomendaciones que Roger nos había hecho: «aunque no os gusten las ostras tenéis que probar las ostras en tempura de Miyajima». Dicho y hecho, y la verdad es que nos gustaron bastante, sería porque no estaban crudas/vivas.

Al llegar de nuevo a Hiroshima nos dirigimos a la estación para coger el tren bala de vuelta. El destino para pasar la noche era Himeji, ciudad conocida por tener el castillo más grande de Japón. Llegamos al hotel, dejamos las cosas y decidimos hacer una visita nocturna al castillo previa a la del día siguiente, día que nos llevaría a nuestro destino final: Tokyo.

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Un comentario sobre “Día 6: Hiroshima y Miyajima

  1. Hoy fue mi último día de clase (Siscom) de la semana, así que no voy a usar mucho el cerebro. Mu bonitas las fotos, mu bonitas (alguna más que bonita, emotiva). Estuve leyendo en el descanso de Siscom, y la verdad es que ni me acuerdo del discurso incendiario de Marco el de Siscom, pero este post me dejó buen sabor de boca.

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