El segundo día lo teníamos reservado para una actividad muy especial: haríamos nuestro bautismo en el buceo con bombona. El lugar elegido para ello fue Tulamben, al este de Bali, uno de los principales spots para hacer submarinismo en la isla. Por allí se encuentra el Liberty, un barco que en la Segunda Guerra Mundial se hundió en aguas balinesas y que ahora se puede visitar (si tienes el nivel suficiente, por supuesto nosotros en nuestra primera inmersión no podríamos haber llegado ni por asomo).
El día comenzó temprano ya que para llegar a Tulamben teníamos más de dos horas de camino por las complicadas carreteras de Bali. Conducir por Indonesia es una odisea, alguien me preguntó a la vuelta por qué lado se conducía allí y mi respuesta fue clara, por el que mejor te venga en cada caso. En teoría hay que conducir por la izquierda como en Australia pero tu vas conduciendo y te puedes cruzar con cientos de motos cada una pasando a un lado de tu coche, hay momentos en los que resultaba un pelín estresante…
De camino a Tulamben fuimos admirando el paisaje balinés, viendo templos, campos de arroz, selva, monos, etc… Incluso nos cruzamos con una procesión que nos tuvo un ratillo parados en el arcén. Toda una experiencia.
Una vez llegamos y tras la breve lección en la que nuestro monitor nos explicó todo acerca del equipo que nos llevaríamos al fondo marino empezamos la inmersión. La primera fue breve y más bien de preparación para romper el hielo mientras que en la segunda ya nos llevó a una pared vertical recubierta de corales increíble, lástima no tener una cámara submarina para haber hecho fotos.
Bajamos hasta 12 metros y si bien el coral no es tan espectacular como en Cairns, la fauna sí que le daba mil vueltas. Vimos calamares, bogavantes, «nemos», escalares enormes, barracudas, y un sinfín de bichos raros, algunos de ellos peligrosos por lo que nos decía el guía. De lo más divertido fue dedicarnos a despertar a calamares que descansaban apoyados sobre las rocas. Bastaba con tocarlos ligeramente en la cara para que saliesen despedidos a velocidad supersónica.
Una vez hecha esta segunda inmersión aún teníamos suficientes horas de luz por lo que decidimos volver a Ubud por el camino largo, bordeando la costa sur y este de Bali, metiéndonos por los pueblos más recónditos y sumidos en una gran pobreza. En uno de esos pueblos al parar para pasear por la playa de negras arenas volcánicas un grupo de unos 10 niños nos asaltó para intentar vendernos una cestita de palma rellena de sal cada uno. Eran cestas hechas por ellos que vendían para poder conseguir dinero para ir a la escuela. Pedían poco más de medio euro cada uno por ellas así que hicimos la buena acción del día y les compramos una a cada uno.
Poco después acabamos en un pueblo en el que había una enorme concentración de motos a la puerta de un pabellón. Nos bajamos a ver qué se cocía por allá… El evento? una pelea de gallos a muerte, tal cual, tan primitivo como suena. Un enorme corro de indonesios con las manos llenas de rupias gritaban y apostaban al gallo ganador. Lo más cruel de la situación es que a los gallos les cortan los espolones y les pegan con cinta aislante una cuchilla de navaja con el fin de herir con más eficacia a su contrincante. Un espectáculo dantesco y denigrante a partes iguales.
La vuelta a Ubud continuó poco a poco entre monos, templos y campos de arroz hasta que llegamos al pueblo, ya entrada la noche. Para esta segunda noche teníamos previsto el espectáculo de la danza del kecak, uno de los típicos bailes tradicionales balineses. Todo un espectáculo.
Para cenar fuimos a un restaurante de la zona en el que al igual que en la noche anterior teníamos nuestra propia chocita. Nuevamente degustamos gastronomía de la tierra regada por unos buenos zumos de frutas tropicales.
Un jacuzzi y pa la cama 🙂
¡Qué cabrón! ¡pobres calamares jeje! Qué bonita debió de resultar la procesión; una buena forma de socializar, la religión, sea cual sea (pero no para reconquistar España qué miedo). Los españoles somos igual de brutos que los de las peleas de gallos, pero no sólo con los toros. Si se me permite ¡Viiiiva Holandaaaa! Debo de tener algo de ansiedad jeje, porque lo comento todo.
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Vaya pasada de viaje! Ya queda menos pa ir a veros!
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