El primer día nos despertamos temprano, ansiosos por acudir al buffet del desayuno a ver con qué nos deleitaban. Después de un buen english breakfast y de unos zumos naturales de fruta tropical nos dimos una vuelta de reconocimiento para conocer el hotel a la luz del día.
Como no nos traerían el coche de alquiler hasta las 10 de la mañana aprovechamos para darnos un primer baño en la piscina privada que tenía nuestra villa. La verdad es que el agua estaba más fría de lo que yo me esperaba…
Cuando llegaron las 10 recogimos los coches y nos fuimos a conocer Ubud. Ubud es un pueblecito en el centro de la isla que concentra un gran núcleo de actividades culturales. En Ubud se puede encontrar todo tipo de artesanía, ropa, espectáculos y una gran oferta gastronómica.
Nada más llegar visitamos el Palacio de Ubud donde nos empezamos a familiarizar por primera vez con la arquitectura indonesia. Una vez visitado el palacio hicimos la parada obligada en el mercadillo. Allí se vende de todo y puede llegar a resultar un tanto agobiante. A la que te quedas mirando algo o lo coges para verlo ya no tienes escapatoria, un desesperado vendedor se te abalanza y comienza entonces un rifirrafe por ver en qué precio final se queda el producto en cuestión. Yo al final me compré unos pantalones cortos y Andrea… unas cuantas cosas más 🙂
Al salir del mercadillo nos metimos por una callejuela del norte que daba a unos campos de arroz espectaculares. De camino a ellos nos metimos por equivocación en una casa familiar (allí las casas son tan bonitas que no distingues lo que es una atracción turística de una casa real). El indonesio que allí estaba tomándose un café resultó saber chapurrear algo de español y en su ansia por practicar nos estuvo explicando cosas que podíamos hacer por los alrededores. Además resultó que trabajaba como agente de viajes así que acabamos comprándole unos tickets para un espectáculo a la noche siguiente.
Después de una animada conversación con nuestro improvisado amigo continuamos el camino hacia los campos de arroz. Por allí estuvimos un rato hasta que a la vuelta paramos a comer en un restaurante que habíamos fichado antes. La comida riquísima, regada por zumos de fruta naturales (el gran descubrimiento del viaje). Lo bueno de Ubud es que comes comida de primera, en sitios bastante buenos y los precios son… de broma podríamos decir. Comimos los dos dos platos principales con tres zumos naturales y nos costó todo menos de 3€ y pico.
Ya llegada la tarde nos dirigimos al sur de Ubud, donde está el Monkey Forest, un bosque lleno de macacos balineses además de contar con un bonito templo. Por allí estuvimos un buen rato entre monos, dándoles plátanos para que se subiesen por nosotros y pasando un buen rato en general. Cuando tuvimos bastante de simios empezamos la última parte del día.
Para terminar el día queríamos visitar Goa Gajah y Yeh Pulu. Goa Gajah tiene un templo que cuenta con una cueva en una roca. Dicha roca tiene una cara tallada quedando la entrada a la cueva simulando la boca de dicha cara. Después de ver esto intentamos buscar otro templo al que se podía llegar desde Goa Gajah. Al final acabamos perdiéndonos y saliendo a uno de esos pueblos de la indonesia profunda donde sus habitantes viven en una gran pobreza y por supuesto no hablan inglés.
Tras la aventura ya partimos rumbo a Yeh Pulu. Se trata de una pared de unos 15 metros de largo tallada con diversos motivos indonesios. Tras la visita estuvimos hablando con unos chicos que llevaban una cafetería de los alrededores y les pedimos consejo para cenar. Nos recomendaron el Warung Mina, un restaurante bastante chic de Ubud.
Allí cenamos en nuestra propia chocita, unos buenos platos de pescado de la zona, precedidos de una sopa y culminados con dos postres que no se los saltaba un gitano. Además un par de cervezas y una botella de agua grande. Total casi 10€… Y con esto y un jacuzzi concluía nuestro primer día en Bali.
Esos monos tienen pinta de ser pacíficos. Desdde luego, es preferible que les gusten los plátanos a los monos, a que les gusten a perros sarnosos callejeros (con todo mi respeto para ellos).
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Y la camisa ya la llevaste de Sydney en previsión o como?!
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Eso…quejate de que el agua de la piscina estaba fria!!!!
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