Navidades australianas

Lo primero de todo desearos feliz año a todos los que no lo haya hecho ya personalmente. Después del parón navideño voy a intentar retomar el transcurso normal del blog y para comenzar os narraré lo que hicimos en navidades.

El viaje de Navidad en mi caso tuvo tres paradas: Brisbane, Noosa y Fraser Island. Llegamos a Brisbane un martes por la noche y tomamos el último autobús con destino a Noosa. Cuando nos dejó en casa yo me fui casi directo a la cama para descansar y prepararme para el largo día que se me avecinaba.

Conduciendo el mega Toyota Landcruiser

Puesto que Fraser Island es una isla completamente de arena, tan solo está permitida la entrada en ella con un 4×4. Al final como siempre se nos echó el tiempo encima y no nos dimos cuenta de que una horda de australianos elegiría Fraser Island como destino de sus vacaciones. Como resultado estaba imposible encontrar todoterrenos por las inmediaciones de la isla. Así pues me bajé a Brisbane a buscar el coche que habíamos alquilado, y como Andrea y Ana llegaban esa misma tarde aproveché para darme una vuelta y tener un primer acercamiento a la capital de Queensland.

Vista del río de Brisbane

Me dediqué a hacer el recorrido a pie que recomedaba la Lonely Planet sofocado bajo un sol de treinta y pico grados, curioso clima de Nochebuena. Lo que más me llamó la atención fue ver lo entremezclados que tienen los edificios históricos con los rascacielos. Tan pronto estás paseando entre edificios ultramodernos como te encuentras con una iglesia del siglo XVIII «acongojada» entre tanto grandullón. Era prácticamente imposible hacer fotos a edificios antiguos sin que saliesen vestigios de rascacielos.

La catedral de Brisbane cercada por rascacielos

De todas formas tengo que decir que me gustó bastante. Como Sydney el centro es bastante manejable y enseguida te haces a él, no hay forma de perderse. De todas formas Sydney sigue ocupando la cabeza de mi ranking personal de ciudades australianas (creo que de perderla solo podrá ser frente a Melbourne).

Cuando llegó la hora las fui a buscar y pusimos rumbo al resort de Noosa. De nuestros días en Noosa poco que contar, una copiosa cena de Nochebuena, barbacoa de Navidad, piscina, piscina, jacuzzi, piscina, playa, piscina, jacuzzi, … Vamos, mucho stress. Si queréis saber más os remito al post de Andrea.

Pasandolo mal en Noosa

Después de Noosa venía lo auténtico, lo que llevábamos meses esperando, la aventura de vivir un fin de semana en Fraser Island con nuestro 4×4 y nuestras tiendas de campaña.

Vista de la 74 Miles Beach Highway

Llegamos el viernes por la tarde y nada más llegar ya nos lanzamos a recorrer parte de la autovía de 74 millas de la playa. Toda una experiencia llevar el coche por la arena de la playa, pero lo mejor estaba por llegar, tras alcanzar el pueblo de Eurong y comer allí emprendimos el camino al Lake Mackenzie donde pretendíamos pasar la noche. Los caminos del interior de Fraser Island son carriles por los que la mayor parte del tiempo solo cabe un coche y están llenos de baches y pozos. Vamos, lo que vienen siendo rutas de 4×4.

Un 4x4 que se ha quedado encallado es observado por nosotros antes de proceder a su ayuda

Tras llevar más de una hora intentando llegar al Lake Mackenzie descubrimos que aún estábamos a medio camino, y lo que es peor, que allí no se podía acampar. Así que ahí estábamos en el medio de una isla infestada de dingos, serpientes y arañas sin un sitio donde dormir y con la noche acechando. Ante tal panorama decidimos que lo mejor era darnos la vuelta y ahí empezaron los problemas. El camino de vuelta era cuesta arriba y enseguida el coche decidió encallar y no andar hacia adelante en ninguna de las configuraciones de tracción del coche. Un amable holandés nos explicó que para conducir sobre arena deberíamos haber deshinchado las ruedas considerablemente. Tras hacerlo y ver que el coche no subía decidimos volver a bajar y él mismo nos condujo al camping más cercano por un camino más fácil aunque en sentido contrario.

Tras pasar la noche nos dimos cuenta del error cometido el día anterior y con un mejor conocimiento de cómo funcionaba nuestro 4×4 nos pusimos en marcha hacia el lago Mackenzie. Este lago es el highlight de la isla con sus arenas blancas y sus aguas cristalinas, es como estar en el paraíso (o en Benidorm si en lugar de caminar hacia algún lugar un poco más recogido te quedas en el punto donde desemboca el camino y todos los turistas se quedan apelotonados). Allí estuvimos bañándonos un buen rato antes de emprender el camino al norte por la 74 Mile Beach Highway.

En el Lake Mackenzie

El camino al norte está lleno de cosas que ver, desde Eli Creek, un pequeño río al que se accede por una pasarela de madera que en su punto final te permite bajar al mismo y volver a la playa caminando por él mismo,

Eli Creek

Maheno Wreck que son los restos de un barco que encalló en las arenas de Fraser Island hace unos años y ahí lo han dejado como una atracción más. Se trata de un barco de principios de siglo XX que se perdió en una tempestad cuando lo remolcaban para sacarlo de circulación. Unos días después apareció en Fraser y ahí se quedó.

Maheno Wreck

Maheno Wreck

El punto más al norte al que llegamos fue Indian Head, una gran roca a la que se puede subir y desde ella mirando al mar es posible ver bastante vida marina. Nosotros en un cuarto de hora que estuvimos allí pudimos ver una manta raya, una pequeña tortuga y un tiburón. (Sí, se me había olvidado mencionar que está totalmente prohibido bañarse en las playas de Fraser Island por la cantidad de bichos que hay, aunque la gente es una temeraria y no hace ni caso…)

Tiburón visto desde Indian Head

Después de Indian Head decidimos buscar un sitio para dormir y nos acabamos metiendo de estrangis en el primer camping que encontramos, en el que nos aseguraron que no quedaban sitios libres pero ¿desde cuándo eso fue un problema?

En el camping improvisado

A la mañana siguiente teníamos nuestras últimas horas en la isla y al bajar a la playa y ver que la marea estaba alta tuvimos que iniciar el descenso por la parte de arena blanda lo que disparó nuestro consumo de gasolina y nos hizo tener que cambiar de planes. Al ser Eurong el único punto de la isla en el que quedaba gasolina sin plomo tuvimos que bajar directamente hacia el sur por un terreno bastante chungo. Debido a este contratiempo tuvimos que decir adiós a nuestro plan de visitar el lago de las tortugas pero como contrapartida nos fuimos al lago Wabie, un sitio precioso custodiado por una gran duna que abría el paso a un paisaje de arena que nos hacía dudar de si estábamos en una isla o en un desierto.

La duna que da a Lake Wabie

Recorriendo las dunas

El Lake Wabie fue nuestro último punto antes de volver a tierra firme. Justo cuando estábamos a punto de coger el Ferry de vuelta un dingo se nos acercó un poco perdido probablemente buscando algo de comida. Al principio todos nos metimos en el coche ya que los dingos son perros salvajes que pueden ponerse agresivos (lo equivalente a los lobos en España) pero a ver que la gente estaba por allí como si nada nos dimos cuenta de que estos animales están ya bastante acostumbrados al ser humano.

Hembra de dingo que se nos acercó al final de nuestro viaje

Y nada, esto es to, esto es to, esto es todo amigos! Más fotos en las galerías de Flickr de Brisbane, Noosa y Fraser Island.

4 comentarios sobre “Navidades australianas

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